viernes, 15 de septiembre de 2017

No fue tu culpa


En México hay (aproximadamente) cinco
feminicidios al día. Este poema va dedicado
a todas las que violentamente fueron arrebatadas
cuando su tiempo aún no lo dictaba.
Perdón
y lo grito llorando, en nombre del sufrimiento humano
de la tristeza, de la congoja que congela las almas.
Aquí, las horas duelen más, pesa este presente rojizo
donde los débiles hombros ya no aguantan una menos.
Tu ausencia es un acto que desgarra cada músculo,
todo duele cuando en este abrazo, faltas tú y ella y todas.
Llegó ese momento donde la primavera comenzó a morir,
porque todas las flores están siendo desaparecidas
a veces muertas aparecen, otras, nunca se sabe de ellas.
La escena del crimen es un infinito prado silencioso,
donde nadie sabe nada y pocos valientes lo gritan todo.
¡Maldita la institución que se atreve a callar tu nombre!
¡Que deliberadamente te convierte en un número más!


Sigues con nosotros compañera, en la voz y la memoria
en la praxis que se insubordina ante la normalización,
en la disidencia que señala furiosa tu sangre derramada.
Arrebatada fuiste por la mano enemiga y traicionera
tu sonrisa y tu amor se convirtieron en nuestra bandera
en esta lucha, los puños son alzados con rabia por ti.
No debes, ni habrías que temer por usar una falda o vestido,
claro debe quedar que no son armas de autodestrucción
tu cuerpo no es objeto de uso libre, ni propiedad de nadie.
No temas camarada, que el miedo no te prohíba nada,
pues no todos los mares son violentos ni todos agreden.
Nunca consideres que tu género es igual a fragilidad
porque la fortaleza, es una medida mal interpretada
eres lo que vives, lo que haces, lo que te apasiona y
en cada de uno de esos actos, reposa un tanto de rebeldía,
un montón de fortaleza y una montaña de amor sincero.

Perdón
no tienes la culpa de nada compañera, si no estás aquí
vives más en cada cuerpo del que lucha y del que grita.
Perdón
mujer, tu muerte nos lastima, nos hiere, nos apuñala,
nos enoja, nos arroja a una realidad de sabores amargos
y olores fétidos, nos indica un presente putrefacto
un gobierno incompetente. Perdón, amiga mía…

No fue tu culpa.

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