En México hay
(aproximadamente) cinco
feminicidios al
día. Este poema va dedicado
a todas las que violentamente
fueron arrebatadas
cuando su tiempo aún
no lo dictaba.
Perdón
y
lo grito llorando, en nombre del sufrimiento humano
de
la tristeza, de la congoja que congela las almas.
Aquí,
las horas duelen más, pesa este presente rojizo
donde
los débiles hombros ya no aguantan una menos.
Tu
ausencia es un acto que desgarra cada músculo,
todo
duele cuando en este abrazo, faltas tú y ella y todas.
Llegó
ese momento donde la primavera comenzó a morir,
porque
todas las flores están siendo desaparecidas
a
veces muertas aparecen, otras, nunca se sabe de ellas.
La
escena del crimen es un infinito prado silencioso,
donde
nadie sabe nada y pocos valientes lo gritan todo.
¡Maldita
la institución que se atreve a callar tu nombre!
¡Que
deliberadamente te convierte en un número más!
Sigues
con nosotros compañera, en la voz y la memoria
en
la praxis que se insubordina ante la normalización,
en
la disidencia que señala furiosa tu sangre derramada.
Arrebatada
fuiste por la mano enemiga y traicionera
tu
sonrisa y tu amor se convirtieron en nuestra bandera
en
esta lucha, los puños son alzados con rabia por ti.
No
debes, ni habrías que temer por usar una falda o vestido,
claro
debe quedar que no son armas de autodestrucción
tu
cuerpo no es objeto de uso libre, ni propiedad de nadie.
No
temas camarada, que el miedo no te prohíba nada,
pues
no todos los mares son violentos ni todos agreden.
Nunca
consideres que tu género es igual a fragilidad
porque
la fortaleza, es una medida mal interpretada
eres
lo que vives, lo que haces, lo que te apasiona y
en
cada de uno de esos actos, reposa un tanto de rebeldía,
un
montón de fortaleza y una montaña de amor sincero.
Perdón
no
tienes la culpa de nada compañera, si no estás aquí
vives
más en cada cuerpo del que lucha y del que grita.
Perdón
mujer,
tu muerte nos lastima, nos hiere, nos apuñala,
nos enoja, nos arroja a una realidad de sabores amargos
y
olores fétidos, nos indica un presente putrefacto
un
gobierno incompetente. Perdón, amiga mía…
No
fue tu culpa.
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